¿Qué es la transfusión sanguínea?

El proceso de recibir una transfusión de sangre es bastante rutinario en medicina. Un paciente recibe sangre completa o algunos de sus componentes durante una transfusión a través de una vía intravenosa (o IV). Se utiliza una aguja diminuta para introducir la vía intravenosa, que es un tubo extremadamente fino, en una vena.

Esta es esencialmente indolora, a pesar de que el paciente sentirá casi con toda seguridad el pinchazo de la aguja. Sin embargo, dado que hay una aguja de por medio, los niños que necesitan recibir una transfusión podrían experimentar ansiedad. Por lo tanto, saber lo que implica una transfusión es muy beneficioso. De este modo, se sentirá más seguro de lo que ocurrirá y podrá animar a su hijo a calmarse y relajarse.

El mecanismo de transporte del organismo es similar al de la sangre. La sangre distribuye el oxígeno y los nutrientes por todo el cuerpo a medida que circula. Además, recoge los desechos y los traslada a los órganos encargados de excretarlos al medio ambiente.

Cada parte de la sangre, formada por una combinación de fluidos y células, tiene una finalidad concreta:

  • Los glóbulos rojos trasladan el oxígeno a los tejidos de su cuerpo. También suprimen el dióxido de carbono.
  • Los glóbulos blancos protegen su cuerpo de las infecciones creando anticuerpos, los cuales que apoyan a acabar a los gérmenes extraños que se meten en el organismo.
  • Las plaquetas controlan las hemorragias y colaboran con la coagulación de la sangre.
  • La porción líquida y amarillenta de la sangre conocida como plasma, contiene agua, proteínas, electrolitos, carbohidratos, colesterol, hormonas y vitaminas.

La sangre o los componentes sanguíneos perdidos pueden reponerse mediante una transfusión de sangre. A pesar de ser posibles, rara vez se realizan transfusiones de sangre completa. Los glóbulos rojos, el componente sanguíneo transfundido con más frecuencia, se utilizan para aumentar la capacidad de la sangre para transportar oxígeno y retrasar o prevenir el agotamiento y otros problemas.

Las transfusiones pueden durar entre una y cuatro horas, dependiendo de la cantidad de sangre y del grupo sanguíneo que se utilice; y no requieren un periodo prolongado de recuperación. La mayoría de las transfusiones se hacen en hospitales, pero si es necesario también pueden hacerse en otros lugares.

La sangre de un donante debe coincidir con el grupo sanguíneo del receptor tras meticulosos análisis para garantizar su seguridad.

Hay cuatro tipos de sangre, y los glóbulos rojos de cada tipo llevan un identificador químico distintivo. Estos rasgos identifican la pertenencia de una persona a los grupos A, B, O (universal) o AB. Cada tipo de sangre puede ser, a su vez, positivo (+) o negativo (-).